Más que 100 años de vida son 100 años de historia

Pedro, su hermano, socio vitalicio nº6
Ya pasaron los cien años del Club Atlético Nueva Chicago y por este motivo no quisimos desaprovechar la oportunidad de charlar con Roberto Macchi, socio de la institución desde los 10 años de edad y vitalicio número 16, y que ya desde los 18 comenzaba a integrarse en la comisión directiva del club por el simple hecho de entregarle su tiempo, dedicación y apoyo al equipo de sus amores.
Mientras comenzaba la historia del club, paralelamente empezaba la de Los Macchi: su padre Gaspar trasladó la precaria cancha que había en la Avenida Piedrabuena hacia donde se ubica actualmente, que en aquel tiempo era un basural que la municipalidad había dado al club para que construya su nuevo estadio. Roberto nos comentó que para hacer la tribuna que se ubicaba donde, en la actualidad esta la Mercado de Hacienda, su padre y las personas que lo ayudaron utilizaron el material del puente que permitía a la gente pasar por el arroyo Cildañez; y también nos comentó que las tribunas y los vestuarios fueron construidas por él.
  Pasaban los años y el club seguía creciendo institucionalmente y futbolísticamente. En este período surge un personaje trascendental para la historia del barrio de Mataderos y el boxeo argentino: el “torito” Justo Suárez. Cuenta Roberto, que esperaba con su hermano Pedro (socio vitalicio número 6) y sus amigos, al humilde boxeador que vivía cerca de su casa, para que les preste la pelota de fútbol y jugar un rato en la vereda. Desgraciadamente, luego de padecer tuberculosis, Justo Suárez  muere a los 29 años. Sin dudas este personaje marcó un antes y un después en la historia de nuestro querido barrio, al convertirse en el primer ídolo nacional.
  “No vi nada igual” fue la expresión del ex presidente cuando nos hablaba de la delantera que tuvo Chicago a fines de la década del 50 y principios de la del 60, conformada por  Daquarti, San Lorenzo, Calandria, D’Ascenzo y Casanova. Este quinteto era denominado “La máquina verde y negra” por la cantidad de goles y la calidad que tenían a la hora de salir a la cancha. Tal es así que en un partido contra Platense el árbitro tuvo que detenerlos y decirles que no mareen mas a los rivales porque sino los iba a echar. Los primeros tres delanteros que fueron mencionados participaron del Sudamericano de Perú en 1962, vistiendo la celeste y blanca junto a otros 10 jugadores de Nueva Chicago. El papel de la selección en ese certamen fue destacado y terminó invicto con 8 goles a favor y 5 en contra, pero no se pudo consagrar campeón porque en el último partido empató con Brasil  0- 0, y quedó en manos de ellos el campeonato. Otra anécdota que nos contó Roberto fue la del gol de cabeza que hizo Calandria luego de haber echo él mismo el corner, ya que al ejecutarlo sale corriendo y el balón toma un efecto sorprendente, golpea en el travesaño y al volver al área ya estaba “Pilo” para cabecear. Luego en un partido con Almagro el protagonista fue Julio San Lorenzo, que le había prometido al técnico Pedro Omar, que luego de convertir dos goles se iba a retirar del partido porque se realizaría su casamiento. Efectivamente,  convirtió los dos goles prometidos, y ante el asombro de su director técnico, se retiró para casarse. Macchi nos confesó que Calandria lloró cuando le dieron el pase porque no quería irse de Nueva Chicago; mientras que Julio y D’Ascenzo terminaron jugando en clubes grandes, Racing e Independiente.
  Llegamos a 1969 y a Roberto le tocó reemplazar por un año a Eliseo Muiño, y cuenta que era muy difícil pagar las cuentas del club con la plata que dejaba el fútbol: “…Para pagar la luz estábamos con la comisión viendo cuanto ponía cada uno…”, declara. Por esta razón, para poder mantener al club realizaban rifas en las que sorteaban una cena y un auto. En su época, el club era muy barrial y futbolero, y poco social, por eso Roberto se queja al decir que no lo dejaron trabajar en los temas sociales porque no había dinero ni tiempo para hacerlo. Lo único que se realizaba eran los carnavales que se hacían en la cancha y en los que tuvieron el placer de contar con la presencia de grandes estrellas argentinas como Sandro. Comenta Macchi, que el día que brindó su recital iba a ser presentado por Silvio Soldán, pero como el club no tenía dinero pagarle la presentación, aprovecharon la excusa de que llegó tarde para pedirle que se retire por su falta de puntualidad.
  El problema económico de esa época llegó a afectar los sueldos de los jugadores, y en consecuencia, los mismos se declararon en huelga en uno de los partidos. Roberto y los dirigentes dialogaron con el técnico Mario Boyé para pagarle todo lo que se le debía, y para que convenza al equipo de salir a jugar. También agrego que en su época no vivía gente dentro del club, reclamando dinero para remeras, viajes, etc, ya que esos reclamos no eran aun comunes en la sociedad. Luego de cumplir un año de presidencia en la institución, dejó su cargo en manos de  Ángel Rossoti.
  En 1975 comienza un período en el que la cancha no era utilizada para jugar solamente a la pelota sino que también se utilizaba para las carreras de ciclismo y luego para los midget. Estos coches que tienen la particularidad de no poseer ni cambios ni frenos, disputaron su primer campeonato nacional en nuestro estadio y así lo hicieron por 15 años más.
  La dictadura militar de 1978 no pasó de inadvertida en la cancha de Nueva Chicago. Su hinchada fue una de las primeras en cantar la marcha peronista mientras que conservaban el poder los militares. “Era una reacción masiva, si no eras peronista la cantabas igual” agrega Roberto. Recuerda también, que el comisario de esa época se llamaba Margaride y que antes de cada partido arrestaba a las personas que no tenían un comportamiento apropiado, y cuando finalizaba el encuentro deportivo los dejaba en libertad nuevamente.
  Llegó 1981 y consigo, unos meses después, el primer ascenso a primera división en la era profesional. “Fue una alegría inmensa todo el barrio estaba de festejo” comenta Macchi que a su vez recuerda la anécdota de la famosa quema de los quinchos que poseía Nueva Chicago: “…El quincho lo quemó Gamez, pero no de guapo, fue por un accidente ya que tiró el cigarrillo y al ser todo de paja prendió al instante; encima él era de Chicago y paraba en el café que estaba en Montiel y Alberdi...”. Otra anécdota interesante es la del arquero Jorge Tripicchio, que su sueldo era pagado por el frigorífico Zonari y todos los meses debía concurrir al mismo para ir a cobrar su sueldo,  tras un paso por México viene al club y le comenta a los dirigentes que él venía para ser campeón, muchos se le rieron en la cara, cosa que después tuvieron que taparse la boca.
La vuelta de los promedios, luego de 20 años, hizo que en 1983 el equipo de Mataderos descienda de categoría junto a Racing de Avellaneda.
  Luego de 8 años volvería un día de gloria en el barrio y sus alrededores debido a que en Entre Ríos, Chicago logra vencer por penales a Gimnasia y Esgrima de Concepción. Esta victoria significó el regreso del club a la B Nacional ya que en 1986 se  reestructuró la división el club había bajado a la B Metropolitana.
  Tendría que pasar una década más para que los hinchas del verde y negro puedan gritar nuevamente “¡somos de primera!”. Luego de que a los jugadores se le planteara salvarse del descenso, terminan clasificando agónicamente, tras un 2 a 2 con Arsenal, al reducido por un lugar en primera división que luego de enfrentar a Instituto y ganarle en Córdoba con una definición existía del “Topo” Gómez para lograr el 3 a 2 y el delirio de las 10.000 personas que viajaron a ver la hazaña del equipo que se había formado para pelear el descenso. El 26 de junio del 2004 luego de tres temporadas Nueva Chicago visita a Independiente en Avellaneda ya descendido. Ante el asombro del público local y de los periodistas que estaban en el estadio, la gente de Chicago había dicho presente bajo el grito de “Vamos a volver” y una bandera que decía “La pasión no desciende, crece”. Para Roberto este día fue uno de los más tristes que le toco vivir como hincha.
Arriba: Martens, Velázquez, Orsi, Argüello, Barbona y Herbella
Abajo: O. Gómez, Jesús, Sánchez, Farías y C. Gómez
  Las almas presentes ese día en Avellaneda no se confundían al decir que el torito iba a retornar a la máxima categoría ya que como en aquel tiempo se formó en el 2006 un equipo para “zafar del descenso” y terminó consiguiendo el campeonato y luego en una final agónica ante Belgrano de Córdoba, logra ascender nuevamente a primera división. Lamentablemente la alegría duraría solamente un año porque Chicago queda obligado a jugar la promoción contra Tigre y la pierde 1 a 0 de visitante y 2 a 1 de local provocándose graves incidentes dentro y fuera de la cancha, provocándole al club una sanción de 1 año sin jugar en Mataderos y 18 puntos menos lo que provocaría que el equipo juegue la promoción contra Los Andes y la pierda determinando un segundo descenso de manera consecutiva. Pese a todo esto Macchi nos asegura, “yo a la cancha desde que soy socio jamás deje de ir”.
Arriba: Sigali, Vega, Barreña, Pellerano, Sánchez y Wernly.
Abajo: Zarif, Donda, Higuaín, Mattiuzzo y Carranza.
  Llegamos al 2011 y como si nada llegamos al centenario del querido verde y negro. Con cosas positivas y negativas a lo largo del primer siglo, en cuanto a lo social, el club se encuentra en una etapa de crecimiento tratando de sacar a los chicos de la calle y abriendo actividades como rugby, hockey, voley, patín, básquet, etc. “Aplaudo a esta gente y a otra porque hoy ser directivo de una institución es muy difícil. Es muy interesante que se vuelque a la parte social que no sea solo fútbol.” declara Roberto, aunque cuando se tocó el tema de los vitalicios dijo que el club no les da mucha bola y que por lo menos al socio que hace tantos años que está con Chicago se le tendría que mencionar por la voz del estadio que cumple años, o que se le pueda dar un sector especial para todos ellos en la platea con el nombre de cada uno “por lo menos pintado con marcador” resalta entre risas.
  Ya terminando la nota queríamos agradecerle al ex presidente Roberto Macchi, por la buena voluntad que tuvo al contestarnos las preguntas y que como todo fanático tiene sueños que quiere que se cumplan “Mis deseos son dos cosas: que juguemos en primera siempre y que el club sea una institución para bien público, que tenga una escuela, que albergue deportes como ahora e incentivar todo eso, ser una potencia mantenida por la misma institución”.
  Por último dejó un mensaje para todos nosotros, los hinchas del Club Atlético Nueva Chicago: “Para esta fiesta lo que le deseo a los hinchas es que vivamos en paz, con salud y con prosperidad. Somos todos de Chicago y tenemos la misma camiseta.”





Imágenes extraídas del libro "Historia del Club Atlético Nueva Chicago" Dr. Nicolás P. Maccarone.