Nueva Chicago cayó ayer por la tarde 2-1 ante Banfield en Mataderos y aún con el cambio de DT, no logró obtener buenos resultados. Pese a la derrota, condicionada por errores propios, se vió una mejoría en cuanto a la actitud del equipo.
Fue derrota en casa, una más y la sensación que quedó deambulando en el República es que el vaso llegó a la mitad. Los optimistas lo verán más lleno que vacío, mientras que los pesimistas, todo lo contrario. Capaz pequemos de "tibios" en este comentario, pero ambos pensamientos tienen argumentos suficientes para tener razón ¿Por que? Porque el conjunto de Alejandro Nanía no fue menos que del de Almeyda. El debut de Matias Vera le dió al mediocampo una bocanada de aire fresco y de precisión. Chicago metió e intentó jugar, tal como nos mal acostumbró Pablo Guede. Bajo la misma filosofía, el verdinegro pudo ganarlo luego del empate del Mudo Ruiz, pero Baldunciel le erró a la ubicación del arco y la pelota se fue por la línea de fondo. Los dos goles de la visita fueron errores pura y exclusivamente del local. El primero a los nueve minutos tras un desentendimiento entre Lemos, Espindola y Arias, y el segundo a los 86 errores en la marca permitieron que Viatri tire su chapa de goleador y no perdone. El vaso medio vacío se ve en estas ocaciones. Sin ser más Banfield aprovechó lo que tuvo para llevarse los tres puntos. Pese al intento del Torito, la falta de eficacia volvió a perjudicar al conjunto de Mataderos. Aún no se pudo encontrar el reemplazante natural de Christian Gómez, ese que toma la pelota, se hace cargo, y con un solo toque puede generarte una situación de gol. Chicago debe trabajar y apostar a la idea que pregona Nanía, la que alguna vez Pablo Guede implementó y que en el primer partido que dirigió, con pocos días de entrenamiento, no pudo plasmar. Será cuestión de tiempo, aunque se vienen tres fechas complicadísimas como lo son Boca en La Bombonera, Racing y Tigre en Victoria. La esperanza será lo único que se perderá. ¡VAMOS CHICAGO!