La gente de Nueva Chicago copó el Tomás Adolfo Ducó, agotó
sus entradas, vivió una fiesta inolvidable y demostró que el hincha sigue vivo,
de pié y más fiel que nunca. Ah, además hubo un partido en dónde el verdinegro
cayó ante Lanús que sin despeinarse ganó 3 a 0 y pasó a octavos de final.
Del encuentro que se disputó a la tarde poco y nada. El
conjunto de Rubén Darío Forestello no pudo en la Copa Argentina (NdR: competencia
en la cual había conseguido su única victoria del año ante Defensores de Villa
Ramallo) y perdió ante el Granate que desde el arranque, a los cuatro minutos,
se puso arriba en el marcador tras un centro ejecutado por la derecha que
conectó Gómez y la envió dentro del arco ante un Alejandro Sanchez que se
encontró vencido tras resbalarse por el estado del campo de juego.
Con el marcador abajo desde el vestuario Chicago nunca tuvo
el dominio, pese a que contó con algunas ocasiones pero la falta de efectividad
cuando se está enfrente del arco rival, tomó su protagonismo y se pagó muy
caro, a tal punto que los dirigidos por los Schelotto en la segunda que
tuvieron, volvieron a convertir y otra vez Gustavo Gomez, a los 36 puso el 2 a
0.
El resto del partido sobró, aunque hubo tiempo para un tercer
gol en contra, y Sergio Gonzalez, de volea fue el encargado de facturarlo a los
6 del segundo tiempo. A partir de ahí la gente de Chicago fue la que tomó el
protagonismo, alentando pese a la pobrísima campaña y a lo poco que se
transmiten dentro de la cancha. El hincha conmovió a ajenos que desde la platea
donde se encontraban los periodistas, o desde la popular del equipo del Sur, desenfundaban
sus teléfonos celulares para grabar lo que veían. Algo ilógico para un equipo
que vive una racha negativa que ya es histórica, pero el fanático de Chicago es
así, deja su laburo antes, inventa una excusa para poder estar, dice presente
para alentar a los colores, no a las campañas y eso es lo que lo diferencia del
resto y enamora cada día más a sus propios fieles, esos que inflan el pecho al
decir que no les importa el descenso ni la categoría y cumplen al pié de la
letra.
De adentro nada, de afuera todo. Es que al fin y al cabo, lo
que siempre queda es la gloriosa gente que cura sus heridas con aliento, que
olvida sus problemas con esta pasión intachable. Esto provoca Chicago, ¡EN LAS
MALAS MUCHO MÁS!