A 112 años de la fundación de Nueva Chicago, compartimos este texto escrito por Joan Jaunarena sobre el origen del club, el significado del fútbol y el vínculo entre la pelota, Mataderos y la camiseta verdinegra.
Foto: Pablo Roldán |
Era invierno y el frío se había instalado en Argentina desde hacía varias semanas, sin embargo, aún faltaba el mes más fresco del año, julio. En dicha estación, los días parecían más cortos y las noches interminables. El frío, esa incómoda sensación difícil de explicar pero fácil de sentir, obliga a buscar -de manera inmediata- cualquier forma de escapar de ese malestar y poder encontrar esa temperatura corporal justa para sentirnos un poco más cómodos y relajados. Existen muchas maneras para entrar en calor: abusar de los abrigos (si se cuenta con el privilegio de contar con ellos), moverse en el lugar, o buscar algún tipo de artefacto que caliente el entorno. De todos modos, pese haber millones de alternativas para combatir las bajas temperaturas, no hay nada como jugar un partido de fútbol. Sí, el fútbol, la única solución confiable para mantener el alma y el cuerpo cálido.
José Varela, Carlos Rodríguez, Felipe Maglio, Benjamín Picazza, Cristóbal Cambiasso, Antonio Carini, Gastón Lespy y Sergio Varela se conocían del barrio, Mataderos, eran vecinos y, sin importar las condiciones climáticas, se reunían para jugar al fútbol. Entre partido y partido, la idea de fundar un club rondaba por sus cabezas y se fantaseaba con hacer realidad aquel sueño.
Finalmente sucedió. El 1° de julio, estos muchachos se citaron en Francisco Bilbao y San Fernando para darle comienzo a la institución que hoy representa e identifica al barrio Mataderos. En ese entonces, el nombre en el cual se bautizó era Football Club Los Unidos de Nueva Chicago, haciendo referencia a la avenida principal que actualmente se conoce como Los Corrales. Asimismo, determinaron quiénes integrarían la lista de la primera Comisión Directiva, encabeza por Carlos Rodríguez.
“Este es mi orgullo ser hincha del Verdinegro”, dice una de las letras que canta la hinchada del Torito en los tablones de la República de Mataderos al compás de la melodía de Para no olvidar, de Los Rodríguez. Pero ese orgullo por los colores verdinegro, ¿de dónde nació?
Mientras el grupo debatía sobre cuál serían los colores que le darían identidad al club surgido en Mataderos, José Varela vio pasar una chata conducida por Leopoldo Roldán por la Avenida Campana -actualmente Eva Perón- y que tenía los colores verdinegros.
-Muchachos, ya tenemos los colores, serán el verde y negro- sentenció. El resto de los chicos aprobaron con emoción dicha decisión.
Todo estaba definido y encaminado, sólo faltaba el campo de juego. Como era de esperar, los vecinos del barrio aportaron su granito de arena y ayudaron en la búsqueda del espacio para llevar a cabo la actividad. Fue así como, junto con miembros del Mercado de Hacienda, lograron obtener unos terrenos desocupados sobre las calles San Fernando (Lisandro de la Torre), Tandil, Chascomús y Jachal (Timoteo Gordillo).
De esta manera, el 1° de julio de 1911, en pleno invierno y con la llegada del mes más frío del año, un grupo de jóvenes le dio vida al hogar de Nueva Chicago, un lugar donde el calor abraza y enorgullece desde hace 112 años.